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DOS CONTRA UNO

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Alien: el octavo pasajero (1979) vs. Aliens (1986)

A finales de la década de 1970 del siglo pasado se estrenó una de las películas más rompedoras de toda la historia que revolucionó el género del terror y de la ciencia ficción para siempre. Se trata de Alien: el octavo pasajero (1979), una película dirigida por el gran Ridley Scott, un director que más tarde demostraría su capacidad para moverse en todo tipo de géneros cinematográficos.  A mediados de la década siguiente, James Cameron dirigió la secuela de esta cinta titulada Aliens (1986) moviéndose en el paradigma de la acción y de la ciencia ficción. Ambas se tratan de dos películas de culto que han pasado a la historia como visionados imprescindibles para cualquiera que se considere cinéfilo y existe un gran debate en torno a cuál de las dos es mejor.

Para resolver esta duda hay que atender a diversos aspectos que rodean la producción de cada una de estas películas desde su concepción hasta su estreno. Como ya he comentado en el párrafo anterior, ambas fueron dirigidas por directores que se han consagrado como auténticos titanes del cine comercial de Hollywood y ambas entran dentro del género de la ciencia ficción. La principal diferencia es el enfoque de cada uno de estos autores, el cual hibrida la ciencia ficción con el terror en el primer caso mientras que la mezcla con la acción en el segundo. El enfoque de Scott es mucho más oscuro ya que el Xenomorfo (el extraterrestre villano) se convierte en un peligro singular que actúa desde las sombras con auténtica brutalidad mientras que el de Cameron convierte a esta criatura en una especie de soldado al servicio de la Reina de los extraterrestres, un monstruo mucho más grande y lento.

La definición del antagonista es clave para entender estas películas ya que en la cinta de 1979 el Xenomorfo no solo ataca a los tripulantes de la nave Nostromo sino que además los viola al convertirlos en incubadoras andantes para su reproducción. He ahí la clave narrativa del terror trabajado por Scott, el octavo pasajero de la expedición no es el único peligro ya que el resto de los tripulantes pueden ser infectados por este monstruo. La estética y el tono se mueven en las claves del escondite y del “survival horror”, generando una persecución por los intrincados mecanismos y conductos de la nave espacial que resulta asfixiante para los personajes y espectadores.

Por otro lado, la secuela de 1986 plantea un conflicto frontal, una especie de guerra descarnada contra la raza entera de los Xenomorfos en los que el villano principal es la Reina, un monstruo matriz del resto de extraterrestres y que se inspira en las abejas reina de las colmenas. La figura humanoide del villano pasa a ser más animal, la incomodidad que generaba la ambigüedad de este personaje en la primera película se pierde al convertirlo en un instrumento de una bestia en la que no existe una ambigüedad de este tipo, el rostro del mal está mucho más claro desde el principio. Esta decisión por parte de David Cameron no responde a un capricho sino a partir con desventaja ya que el monstruo ya era sobradamente conocido por la audiencia y era necesario refrescar la visión acerca del mismo para no resultar repetitivo dirigiendo una secuela de terror al estilo de la película de Ridley Scott.

Una vez explorado el peso del antagonista (clave en estas películas puesto que aparece en el título) hay que atender a su protagonista: Ellen Ripley. Ripley es uno de los mejores personajes jamás escritos y dirigidos en la historia del cine comercial por su profundidad y su carácter tan difícil de emular o universalizar. Se trata de un personaje femenino muy fuerte y realista y que no necesita recurrir a su atractivo físico para ser carismático o emblemático (esto llama especialmente la atención al tratarse de una saga de películas nacida en la década de 1970). En la primera entrega, se trata de un personaje inteligente, valiente y desconfiado que se ve obligado a tener un enfrentamiento traumático con el Xenomorfo al ir perdiendo a su equipo a lo largo de la angustiosa expedición del Nostromo. La clave de su supervivencia se encuentra en su atrevimiento y en su rápida mente para superar a la bestia y conseguir escapar con vida.

David Cameron supo entender no solo a la protagonista sino también el arco de transformación traumático que Ripley atravesó siendo totalmente consecuente con lo ocurrido en la película predecesora. La Ellen Ripley de Aliens se comporta como una veterana de guerra y su manera de comportarse se asemeja mucho a la de un soldado americano superviviente del infierno de Vietnam. El personaje tiene un serio trauma y su motor para aceptar una nueva misión hacia el planeta de los Xenomorfos es que la vida de Newt, una niña pequeña, se encuentra en grave peligro por el ataque de estas bestias a un asentamiento humano en el espacio exterior. A lo largo de la película se construye una simple pero verosímil relación madre-hija entre Ripley y Newt que convierte el enfrentamiento final contra la Reina de los Xenomorfos en una batalla entre dos madres enfurecidas, es un conflicto frontal de dos mujeres que se separa eficazmente se los clichés del combate de machos alfa tan típico de los taquillazos de acción de los años ochenta.

A través del tratamiento de los personajes principales de ambas cintas podemos observar que se trata de dos maneras muy logradas de trabajar una misma base narrativa. Sin embargo, creo que el enfoque de Ridley Scott es algo más fresco y difícil de concretar que el de David Cameron ya que el terror es un género en el que cualquier detalle puede romper la atmósfera construida y, además, es un género que tiende a envejecer mal (cosa que no ha pasado para nada con Alien: el octavo pasajero). No es que Scott lo haya hecho mejor por ser el primero sino que partió con la ventaja de explotar el lado más misterioso y aterrador de un tipo de monstruo totalmente desconocido para el público de su tiempo

Outrage (2010) vs. Outrage 2 (2012)

Outrage (2010) es una película que marcó el inicio de una trilogía que no puede entenderse sin conocer la figura de la mente maestra detrás de todo el proyecto: Takeshi Kitano. Kitano trabajó como director, guionista, coeditor y actor principal en esta saga de cine yakuza (gansterismo japonés) que se trata de un reflejo de su capacidad multidisciplinar. El conocido cineasta nipón no solo se ha movido en la industria del cine ya que también ha trabajado como cómico, presentador y productor en programas de entretenimiento televisivo. Teniendo en cuenta la trayectoria de Kitano uno puede entender la gran cohesión detrás de la saga Outrage ya que las tres entregas son piezas fundamentales de un conjunto muy homogéneo que cuenta la historia del yakuza Otomo sin cambios abruptos.

La primera película se estrenó en 2010 y gozó de una buena acogida aunque no fue considerada a la altura de otros trabajos previos del galardonado director japonés ya que se trata de una película más comercial que autoral y cuyo propósito principal es entretener sin ningún complejo. La estructura es simple: se plantea un conflicto entre dos clanes mafiosos rivales y la violencia va escalando hasta que alcanza un punto absolutamente demencial en el clímax. A veces resulta rocambolesca ya que uno no alcanza a entender la manera de pensar de los personajes ya que está fundamentada en una serie de códigos de honor absolutamente anacrónicos en los que la vida humana parece no tener ningún valor.

El protagonista es Otomo, un yakuza duro, algo mayor y que pertenece al segundo rango de su clan aunque tiene grandes dotes de liderazgo. Este personaje es estereotípico y carismático, lo cual no sería posible sin la sólida interpretación de Takeshi Kitano, un profesional acostumbrado a interpretar papeles de tipo fuerte y poco sensible en su filmografía. A través de las desventuras, peleas y traiciones de Otomo vamos conociendo un mundo dominado por la violencia y en el que todos los implicados son personas absolutamente despreciables e hipócritas ya que no son capaces de cumplir esos sagrados códigos de honor al ser un hatajo de traidores. La figura del protagonista no es ningún ejemplo de moralidad pero si que reivindica una mirada tradicional, casi al estilo samurái, de la vida que un yakuza debería llevar.

Esta visión decadentista de los bajos fondos del país del Sol naciente no solo nace del peculiar y oscuro sentido del humor de Kitano sino también de un reflejo realista de la decadencia de la mafia japonesa desde principios del siglo XXI. Se trata de un grupo criminal desfasado, que ha perdido su autoridad y su significado original y en el que los peores defectos del mundo contemporáneo han hecho mella. Esto queda muy patente en el uso de la estética y de la violencia gore. Kitano no escatima en ser visceral y se recrea de manera perturbadora en la manera de asesinar a los ruines personajes de su película.

Dos años más tarde, llegaría la continuación de este filme: Outrage 2 (titulada originalmente Beyond Outrage) la cual nos cuenta lo sucedido después del sangriento final de la entrega anterior. Tiene lugar cinco años después y revela como Otomo no falleció en la cárcel como da a entender la primera parte al tiempo que muestra la aun más acuciante decadencia en la que han caído los clanes yakuza. El personaje de Otomo resulta mucho más importante en la secuela ya que la mayoría de los personajes de Outrage murieron después del baño de sangre final. El protagonista pasa a ser un foco dentro de un mundo de personajes planos (él también lo es) a un testigo del rápido cambio que ha sufrido el mundo del que forma parte, el cual parece que deja de tener sentido.

Otomo se convierte en un sujeto mucho más activo y peligroso en esta entrega aunque durante la primera mitad de la película se encuentra desmotivado y desencantado de la realidad que le rodea: su salida de la cárcel marca el comienzo de un lento pero iracundo despertar que añade una dosis extra de violencia a una cinta de por sí bastante cruda. Respecto al asunto de la violencia he de decir que en la segunda parte esta cobra un cariz más cómico (visto desde el humor negro) y se convierte en un elemento lúdico más que dramático. Outrage 2 es la perfecta consecuencia de la película original ya que su mundo inmoral se difumina aún más y el sinsentido de las vidas de sus personajes se hace mucho más evidente: la crítica o más bien el retrato que hace Kitano de los bajos fondos de su país natal se renueva y perfecciona a través del segundo episodio de la saga Outrage.

Es muy difícil concluir cuál de las dos es mejor, desde un punto de vista narrativo quizá la primera esté más pulida y construya un clímax más satisfactorio pero la segunda es un refinamiento de los conceptos y códigos que maneja el director. Son dos películas muy similares y que forman las dos terceras partes de un cuerpo cinematográfico vivo, crean un universo pero no desde el punto de vista comercial sino desde una perspectiva del arte de la creación. Esto no sería posible si Takeshi Kitano no formara parte de todas las fases de elaboración de este proyecto ya que su intervención permite que la saga Outrage se entienda desde una perspectiva holística en la que las partes se entienden gracias al todo que forman. Un todo en expansión constante pues la primera película funciona por si sola, mientras que la segunda necesita a la primera para ser disfrutada en su totalidad sin implicar esto que sea incomprensible. 

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Shrek (2001) vs. Shrek 2 (2004)

En 2001 Dreamworks estrenaba su primer éxito, saliendo de la sombra de Disney. Hablamos de Shrek, la película del ogro verde que enseñó a nuestra generación un amor más allá de los cuentos de príncipes azules y princesas desvalidas. Este personaje no solo nos introdujo en la comedia, sino que también sembró una semilla en nosotros que podemos recoger ahora que somos adultos. Shrek es como una cebolla, está compuesta por muchas capas que se van descubriendo con la edad. Está cargada de humor adulto e ironía que un niño no entiende, pero a la vez la historia principal es simple, atractiva y educativa para el público más joven. Gran parte de ese sarcasmo burlesco va dirigido a Disney, principal competidor y empresa que rechazó el proyecto cuando tuvo la oportunidad de producirlo. Todo esto convierte a la película en un referente del cine de animación, sentando un antes y un después en las historias de animación. Pero, ¿y la secuela? 

 

En Shrek 1, se cuenta la historia de como este rescata a la princesa de la torre pero no para conquistarla como ocurre habitualmente en los cuentos de hadas, sino contratado por un príncipe enclenque que quiere cortejarla a cambio de que este le devuelva al ogro su ciénaga. Como es lógico en una película infantil, el cuento tiene un final feliz y Shrek se casa con Fiona, la princesa, que resulta ser medio ogro: Ambos son felices en su verdadera forma, rompiendo el maleficio al revés que el resto de películas de princesas hechizadas: la parte supuestamente vergonzante es con la que se quedan.

 

Shrek 2 continúa la historia de amor entre los dos ogros, abriendo la película con su inusual luna de miel. La secuela gira en torno la vida de este matrimonio, pero centrándose en un hecho muy concreto que nunca se había retratado en una película infantil: conocer a los suegros. Shrek y Fiona reciben una invitación para celebrar un baile de bodas en casa de los padres de ella, que obviamente son unos poderosos reyes que viven en un ostentoso castillo en el reino de Muy Muy Lejano, sospechosamente parecido a la zona rica de Hollywood. La secuela mantiene la filosofía de la primera, muchas capas de significado que dotan a la película de una riqueza que ninguna película infantil había conseguido hasta el momento. 

 

Además, la disidencia es exactamente la misma que en la primera parte, Shrek puede perder a la princesa por culpa de un príncipe azul que le hace creer que un ogro no puede tener un amor de cuento de hadas. En la primera ella hace el sacrificio de cambiar por él, y en la segunda parte es él el que cambia por ella. Ambas películas consiguen la conjunción perfecta entre romance y humor, sin olvidarse de cultivar otras relaciones como la amistad o la paternidad, con unos buenos personajes secundarios con personalidades especiales y profundas. 

 

Fiona elige a Shrek sin dudarlo en todas las películas, y Shrek lucha por Fiona sin importarle la adversidad. Ellos no tienen dudas, sin embargo, yo sí las tengo. No sé si podría elegir una de las dos, creo que la calidad se mantiene alta en las dos películas, siendo la tercera más discutible aunque igualmente buena. Me quedo con la idea de que son películas que funcionan muy bien juntas, que necesitas de la primera para ver la segunda, y viendo la segunda entiendes mejor la primera, pero no son dependientes, tienen la suficiente fuerza para sostenerse a sí mismas. Podría decirse que tiene más mérito la secuela, ya que mantener la línea en una película tan compleja como esta era tarea difícil, pero no podría decirse que es estrictamente mejor que la primera. Ambas han marcado nuestra infancia y, al contrario que muchas de las otras películas infantiles, nos han proporcionado personajes sanos y diversos. No voy a decantarme por ninguna no por falta de meditación, sino por exceso de ella.

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